Preguntarnos acerca de ideas, vivencias, emociones, enriquece la experiencia y hace posible que nos adaptemos a los diferentes ambientes en los que nos movemos, a la vez que podemos crear alternativas que nos ofrezcan soluciones y distintas formas de vivir. Dudar de lo que siempre hemos hecho, nos han dicho o en lo que hemos creído, es positivo, siempre y cuando la duda implica movernos en el espacio que ocupamos. Si la duda nos mantiene quietas, si la duda se alimenta a sí misma, termina bloqueando pensamientos y sentimientos. La interrogación es inherente al progreso. Aquí una propuesta, sin alegría, pero llena de creatividad y reflexión: Synecdoche, New York (2008) – FilmAffinity
Deja una respuesta